El Ministerio de Cultura ha dado un paso trascendental en procura de la transparencia, al modificar sustancialmente las bases de los Premios Anuales de Literatura. A partir del próximo certamen se utilizará el seudónimo y los autores no podrán participar con sus nombres propios, lo que constituía un punto oscuro, que impedía a los escritores menos conocidos y a los nóveles concursar solo con el mérito y la calidad de la obra. De igual modo, se separó la participación del libro publicado con el libro inédito, pues existía la desventaja para los inéditos, que competían con textos ya pasados por el cedazo, el criterio de la revisión y la estética del proceso final, lo que también dejaba pocas posibilidades a los no consagrados.
Esta convocatoria contempla los inéditos y la próxima los publicados.
Que todavía existen aspectos a revisar, es correcto. Los autores de literatura infantil se han quejado de que se ha eliminado la posibilidad de que participen quienes escriben para primeros lectores, al contemplar en 75 la cantidad mínima de página de sus libros, lo que claramente solo permite la literatura juvenil o la denominada ‘crossover’. Es un aspecto a tomar en cuenta.
De igual modo se ha dejado fuera el apartado de Historia, cuyos propósitos deben ser explicados y reafirmados por esa institución, si será convocado conjuntamente con la Academia Dominicana de la Historia.
Pero en sentido general, estas bases han dejado fuera la posibilidad de que el amiguismo y los valores extraliterarios de un libro se impongan. Fue un reclamo constante. Hoy ya no se verán casos extraños de triunfos cuestionables. Toca buscar ahora miembros del jurado íntegros y establecer un mecanismo de ratificación que vele porque solo fue tomada en cuenta la calidad literaria del libro.